Una de las fotografías más icónicas de la historia

Nos tenemos que remontar al 14 de agosto de 1945 para situarnos en la escena: Japón ofrecía su rendición ante las tropas de Estados Unidos tras las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. La población neoyorquina inundó las calles ante la noticia, incrédula ante la posibilidad de que la guerra, que se había llevado más de 60 millones de personas, hubiera llegado a su fin.

La alegría desenfrenada atestó las avenidas, y este momento dio lugar a una de las fotografías más icónicas y reinterpretadas del siglo XX.

Un marinero feliz por no tener que volver a combatir en el Pacífico y una higienista dental incrédula por la noticia se fundieron en beso que quedó inmortalizado en los anales de la historia y fue la imagen que representó el fin de una guerra.

El amor vence a la guerra podría haber sido, perfectamente, el título de esta fotografía que ha dado la vuelta al mundo en innumerables ocasiones. Lo que se imaginó como el reencuentro de dos enamorados, lo que ha quedado marcado en la retina del espectador como un símbolo de alegría, de amor, de pasión desenfrenada no fue “más” que producto de la casualidad, de una bonita y eterna casualidad.

El instante no pasó desapercibido, tanto que fue inmortalizado por dos fotógrafos de la época: Alfred Eisenstaedt fotógrafo y foto-periodista de la prestigiosa revista americana Life; y por Victor Jorgensen un fotógrafo de la marina de EEUU.

Recordamos esta imagen que muchos han emulado, este momento de la historia y esta preciosa casualidad con motivo de la noticia del fallecimiento de su protagonista, Greta Zimmer Friedman que, durante años, no fue consciente de que había protagonizado uno de los instantes que más suspiros ha desatado en los últimos años.

Dos jóvenes desconocidos. Un momento de pasión. El fin de una guerra. Dos fotógrafos. Times Square. Un cocktail de casualidades que nos dejaron una de las imágenes más representadas de los últimos tiempos. Y tú, ¿te atreves a hacer tu propia versión?